31 dic 2014

La clase política española; élite extractiva


La clase política española ha desarrollado en las últimas décadas un interés particular, sostenido por un sistema de captura de rentas, que se sitúa por encima del interés general de la nación.

En este sentido forma una élite extractiva, según la terminología popularizada por Acemoglu y Robinson. Los políticos españoles son los principales responsables de la burbuja inmobiliaria, del colapso de las cajas de ahorro, de la burbuja de las energías renovables y de la burbuja de las infraestructuras innecesarias. Estos procesos han llevado a España a los rescates europeos, resistidos de forma numantina por nuestra clase política porque obligan a hacer reformas que erosionan su interés particular. Una reforma legal que implantase un sistema electoral mayoritario provocaría que los cargos electos fuesen responsables ante sus votantes en vez de serlo ante la cúpula de su partido, daría un vuelco muy positivo a la democracia española y facilitaría el proceso de reforma estructural.
Atención al blog de Acemoglu y Robinson, whynationsfail.com Es muy potente.
Mi agradecimiento a quienes impulsáis las instituciones inclusivas (la meritocracia) en vuestras organizaciones y en vuestros países. La desigualdad, la corrupción, el engaño, la soberbia significan el fracaso.
¡POLITICOS INDECENTES!
Los bancos deben pagar su crisis
Al contemplar la estrecha relación entre las oligarquías políticas y financiera, no hace falta ser adivino para deducir que, detrás de la decisión de la oligarquía política de salvar “bancos inviables”, hay una estrategia del  Gobierno para poder seguir gastando en sus estructuras ineficientes y corruptas que solamente alimentan las injusticias sociales.

Cómo contar la crisis española hablando de Ecuador
Discurso Sr. Presidente Rafael Correa en Sevilla  
Un país endeudado y sometido a los dictados de organismos financieros internacionales; con una clase política mediocre, corroída por la corrupción y detestada por la opinión pública; una desconfianza general hacia las instituciones; un Estado desprovisto de soberanía monetaria; con un sistema bancario estafador y ladrón; un paro masivo; una infame ley de hipotecas y miles de desahucios… ¿Hablamos de la España de hoy? No, del Ecuador de antes de 2006, de antes de la “revolución ciudadana” impulsada por Rafael Correa, brillantemente reelegido presidente el pasado 17 de febrero