31 jul 2011

Siembran el odio ultra y esconden la mano asesina

La monstruosidad de Utoya parece sacudir por fin cierto resto de conciencia entre algunos de los nuevos ideólogos del odio ultraderechista, pero la mayoría sigue pretendiendo que difundir propaganda incendiaria contra minorías, inmigrantes, progresistas y feministas no es más que una forma de defender valores ancestrales.

Sólo horas después de que Timothy McVeigh masacrara en Oklahoma a 168 conciudadanos, entre ellos 19 niños de una guardería pública, cientos de patriotasestadounidenses se lanzaron a atacar mezquitas en varios estados del país, pues semejante atrocidad sólo podía haber sido cometida por un terrorista islamista. Pero cuando se descubrió que el autor era un supremacista blanco, los mismos neocons que habían instigado a las turbas a matar musulmanes, en venganza por esa acción, saltaron a la palestra para defender el sagrado derecho de los fanáticos como McVeigh de seguir armándose, entrenándose en técnicas militares y difundiendo libelos xenófobos.

Algo parecido está ocurriendo ahora en la caverna europea, que trata de esconder su responsabilidad tras instigar las mismas ideas asesinas de Breivik con una virulenta campaña de inquina contra todos los que no comulguen con su doctrina fundamentalista. En España, el diario altavoz de ese totalitarismo fingió en portada que la noticia era que “la izquierda esconde que el asesino es masón”. Nunca rectificó esa falsedad pueril.

Aunque lo más grave es que esos agitadores del odio, pese a la ferocidad de su cachorro noruego, sigan culpabilizando a las víctimas e instigando el fanatismo, amparándose en una libertad de expresión que no toleran a los demás.

23 jul 2011

El uso perverso de las palabras

Cuando uso una palabra –dijo Humpty Dumpty- ésta quiera decir lo que quiero que diga, ni más ni menos. - La pregunta es –insistió Alicia- si se puede hacer que las palabras puedan decir tantas cosas diferentes. - La pregunta –dijo Humpty Dumpty-, es saber quién es el que manda… eso es todo. (Lewis Carroll. Alicia en el país de las maravillas).

Con esta divertida e inteligente cita comienza Vicente Romano su libro “La intoxicación lingüística. El uso perverso de la lengua”. A lo largo de sus doscientas páginas este veterano doctor en Comunicación Pública que tanto nos ha enseñado a muchos, nos expone cómo funciona el sistema de manipulación a través de lo que él denomina “uso perverso de la lengua”. Así podemos comprobar como en las noticias, los buenos “confirman”, “advierten”, mientras que los malos “engañan” y “amenazan”. Las bombas, cuando se quiere justificar una guerra (que no se llamará guerra sino “campaña” o “liberación”), son “inteligentes” y se denominan de forma bucólica como “margarita” o “de racimo”, y no caen donde viven personas sino en el “teatro de operaciones”, por tanto no matan a inocentes, sólo provocan “daños colaterales”. (Ver más >)

4 jul 2011