17 ene 2015

Manipulación informativa e ignorancia. Rumbo a la distopía


La legitimidad de una democracia recae sobre la capacidad de las personas para pensar por sí mismas y elaborar criterios razonados a partir de la información que manejan, la cual se pretende que sea una exposición fiel de los hechos; de lo contrario, las decisiones avaladas por el pueblo han de ser erróneas por necesidad.

Con lo que había aprendido en materia de propaganda y desinformación, Lippmann, demócrata convencido, concluyó que el gobierno del pueblo era una imposibilidad: ni el ser humano, social y emocional por naturaleza, alcanza a elaborar criterios propios racionales, ni la información que maneja puede ser nunca fiel a los hechos.

La única salvación del sistema pasaba por que los “buenos” supieran manipular a las masas antes y mejor que los “malos”->.