24 ago 2019

Cómo nos manipulan y polarizan las emociones en redes sociales

Al final nos acostumbramos a dirigirnos a un público con el que estamos de acuerdo, buscando sobre todo “recompensas reputacionales” o, en palabras de Berger, “divisa social”. Es decir, queremos ganar puntos con los nuestros, no iniciar una conversación.

Esto hace que el intercambio de opiniones con personas que piensan diferente (o que simplemente se han equivocado) se vea mediatizado (y caricaturizado) por otros miembros del grupo. Como escribe el profesor de Derecho de la Universidad de Harvard Cass Susstein en su libro #Republic, las conversaciones profundas que cruzan barreras ideológicas son extremadamente escasas en redes sociales.

En consecuencia, corremos el peligro de ver a los demás como gente malvada o estúpida en lugar de, simplemente, como personas que opinan que hay otra forma de hacer las cosas que no coincide con la que nosotros consideramos más adecuada.

Además, estas mecánicas nos hacen más vulnerables a la manipulación: es fácil provocar una ola de indignación con el objetivo de potenciar una polarización que el político o grupo de turno considere beneficiosa para sus intereses, como apunta Susstein. De hecho, es uno de los motivos que ayuda a entender que Donald Trump dedique tanto tiempo a Twitter, explica el lingüista George Lakoff. Soltar una barbaridad en esta red social le ayuda a marcar el debate: da igual que los mensajes sean de apoyo o en su contra, su objetivo es simplemente marcar la agenda y lo hace provocando la indignación y el enfrentamiento. Su caso no es único, desde luego.

¿Pero esto se puede evitar?

El panorama parece desolador, pero los autores del estudio apuntan un par de claves que ofrecen algo de optimismo. 

En su editorial del número de septiembre Scientific American sugiere imaginar que al lado del botón de retuit hay un botón de pausa. Pincharlo podría servirnos para pensar si estamos respondiendo a un tuit que solo quiere generar ruido, si merece la pena leer el artículo y no quedarse solo el titular, o si solo queremos quedar bien ante nuestros amigos y seguidores, demostrándoles que, una vez más, somos de los buenos. (Ver más >)

18 ago 2019

"El mago de Oz": los mensajes subversivos ocultos en el famoso clásico del cine

Dorothy viaja desde la árida campiña en el centro de Estados Unidos hasta un reluciente centro urbano, solo para descubrir que está gobernada por falsificadores y poblada por tontos.

También es significativo que la Ciudad Esmeralda no sea la torreta de la Ruritania falsa-medieval donde vive Blancanieves, ni es la colección de cúpulas y agujas estilo Estambul dibujadas por WW Denslow en las ilustraciones del libro original.

En cambio, es una masa modernista de rascacielos pintados con rayas de neón y, como casi todo lo demás en la tierra de Oz, es descaradamente artificial.

La película no lleva al público "sobre el arcoíris" hacia un pasado mítico, sino a una parodia estridente del presente ruidoso e industrializado.

Si "El mago de Oz" hubiera salido en la patriótica década de 1940 ó 1950, es difícil imaginar que este clásico contracultural se hubiera salido con la suya creando un mono volador en base a la sociedad contemporánea.

Pero Fleming y su equipo conjuraron la más poderosa de las películas para niños: un tornado que nos lleva a un mundo de dificultades y caos, de líderes inútiles y sus crédulos seguidores, y luego nos recuerda que es el mismo mundo en el que vivimos.

¿Qué es el ESPEJISMO DE LA MAYORÍA?


9 ago 2019

ESTE PÁRRAFO DE 'UN MUNDO FELIZ' EXPLICA LA TRAGEDIA MODERNA DE CÓMO CANJEAMOS VERDAD Y BELLEZA POR COMODIDAD Y PLACER

Huxley comprendió que para que la máquina de la producción masiva pudiera seguir rodando, se debía proveer a los individuos de constantes gratificaciones (la ilusión de la felicidad). El problema es que la felicidad hedonista significa un pacto fáustico en el que se sacrifica la belleza y la verdad.


El analista de medios Neil Postman distinguió la visión distópica de Huxley de la de Orwell. La del primero estaba basada en el deseo y la segunda en el miedo; de manera quizá un poco más sofisticada, Huxley entendió que en el "futuro" íbamos a ser controlados no a través de la fuerza, la represión violenta o la supresión de la información, sino sobre todo, a través de la distracción y el entretenimiento.

El siguiente párrafo se lee de manera ominosa, si bien ya en 1932, cuando se publicó por vez primera la novela, había visos de que la producción serial -el fordismo- requería del ser humano una constante atención hacia los productos y, por lo tanto, una asociación de la felicidad con el consumo.

Asimismo, Huxley ya vislumbraba que las personas estaban dispuestas a sacrificar su libertad en niveles alarmantes a cambio de seguridad, especialmente después de haber vivido una guerra. Esto se pudo comprobar con el movimiento nazi.

Quizás la gran ilusión moderna tiene que ver con la idea de que el ser humano existe para su propia felicidad. Una felicidad que no es ciertamente la felicidad eudaimónica de Aristóteles; se trata más bien de la felicidad individualista de suprimir todas las amenazas, todo el dolor, todo el miedo, toda la oscuridad, y de abrirse el terreno hacia la máxima comodidad y hacia el más alto diseño del placer. Esta es la promesa de la tecnoutopía: una existencia descorporalizada en la que se puedan crear paraísos hedonistas sintéticos.