27 may 2013

Garzón denuncia ante la Corte europea que los jueces del Supremo le construyeron el delito “a la medida”

El juez Baltasar Garzón ha presentado una demanda ante el Tribunal Europeo de derechos Humanos contra la sentencia del Tribunal Supremo que le condenó por prevaricación en las escuchas del caso Gürtel. Garzón alega que ha sido condenado  por algo que no existe en el Derecho español, y que los magistrados de la Sala II de lo Penal que le enjuiciaron, construyeron “a la medida” el delito. Añade que  vulnera manifiesta y gravísimamente sus derechos fundamentales y pone en peligro la independencia judicial. Las sentencias del TEDH son vinculantes.


Si estiman su demanda, volvería a poder ejercer
Si el Tribunal Europeo de Derechos Humanos estima esta demanda, la condena de inhabilitación que sufre Baltasar Garzón se declararía contraria a sus derechos fundamentales, volvería a ser juez con todos sus derechos y podría pedir una reparación por los perjuicios que ha sufrido.

El desarrollo del caso Gürtel le está dando la razón  
Temen que al juez del 'caso Blesa' le pase como a Garzón con la Gürtel
"la Fiscalía aparece más como apéndice de los intereses del Gobierno que como defensor de la cosa pública, que es lo que tiene que ser"

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21 may 2013

Hombres de negro: el crimen del dinero organizado

Acabemos ya con las mentiras y engaños y hablemos claro. La deuda pública no es el resultado de los gastos excesivos que obliga a recortarlos para poder hacerle frente y purgar nuestros excesos, al haber vivido por encima de nuestras posibilidades, como nos vienen diciendo.

Si los saldos presupuestarios primarios de los países europeos se hubieran venido financiando con la misma generosidad con que se financia a los bancos privados la deuda pública sería hoy día mínima y no supondría problema alguno para casi ningún país. Ha crecido tanto solo y exclusivamente por la cuantía de los intereses financieros que hay que pagar desde que los gobiernos dejaron de ser financiados por los bancos centrales a interés nulo o minúsculo.

La deuda pública de ahora en Europa (como antes en otros pueblos), no es sino el crimen contra los pueblos cometido por el dinero organizado del que hablaba Roosevelt. Se acordó que los gobiernos no se financiaran por los bancos centrales (que podrían financiarlos a interés prácticamente nulo como a la banca privada) para que poco a poco estallara la deuda pública, justificando las privatizaciones, al mismo tiempo que los bancos privados hacían el agosto prestando a los estados (reciben actualmente en concepto de intereses más de 350.000 millones de euros anuales en Europa).
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15 may 2013

Vuelven los 70s

La televisión pública un día recomienda rezar para encontrar trabajo y al otro da consejos a los padres contra las minifaldas de sus hijas porque “estamos en la época de enseñar todo” y “no hay que mezclar ropa y sensualidad”. Los españoles viajamos: los jóvenes, a Alemania a por trabajo; los ricos, a Suiza a dejar la pasta; los científicos, a Estados Unidos y las mujeres pronto volverán a Londres para abortar. Las protestas son tan constantes como las cargas policiales; hay quien pierde un ojo de un tiro al aire porque los manifestantes son gente que sabe volar. Vuelve el método asambleario, el asociacionismo, la militancia, los medios de comunicación autogestionados y la movilización. Y recordamos el nombre de la delegada del Gobierno, un puesto casi anónimo hasta hoy.

La monarquía está cuestionada. Los partidos, también. Por primera vez en treinta y cinco años el nombre del candidato parece más importante que las siglas que lleve detrás (¿qué siglas políticas había en los 70 con más solera que el PCE, que fue el gran perdedor de la transición?). La religión vuelve con fuerza a la escuela, y al útero de la mujer. Los jornaleros ocupan fincas y piden la reforma agraria. Los programas de debate político copan el horario con más espectadores de la televisión y hasta un programa sobre el modelo educativo de Finlandia es capaz de ser líder de audiencia. 

Las encuestas enloquecen, y en ellas aparece un país que nadie sabe muy bien cómo cartografiar. La economía de mercado se pone en cuestión: solo el 47% de los ciudadanos apoya el sistema capitalista. Los partidos dejan de ser imprescindibles para los ciudadanos: un 57% cree que, sin ellos, la democracia podría funcionar. Ni siquiera la propia democracia es ya sagrada: solo es el mejor sistema posible para el 61% de la población.