Los segundos accionistas de HM, la familia Espiga Calderón, rechazan la compra de los laboratorios de la familia Abarca; dicen que se infravalora al grupo en beneficio de sus socios mayoritarios y aseguran que están aglutinando “con éxito” a otros minoritarios díscolos.
Lorenzo Espiga Calderón critica la elevada dependencia de los laboratorios respecto a HM Hospitales, "situación que nunca debería haberse producido" y de la que en su opinión "ya han obtenido un beneficio los mayoritarios del grupo en perjuicio del resto". Espiga, que critica que cualquier operador podría prestar el servicio que ofrece Abacid a HM Hospitales, asegura que los laboratorios han sido siempre motivo de discusión, hasta el punto de que los contratos por la prestación de servicios son "totalmente opacos", así como los alquileres donde desarrollan su actividad. "Es como si quisieran venderme un caballo robado de mi cuadra", resume sobre el canje aprobado en la ampliación.
Con las empresas Alma Terra Mater y Cidotama los Abarca diversifican su patrimonio en otros sectores ajenos al sanitario, como el de la educación concertada en Madrid a través del grupo Educare. Recientemente, crearon una instrumental en Luxemburgo que, aseguran, no está relacionada con ninguna estructura de ingeniería financiera, sino con la posible adquisición de un hotel en ese país.
Si es así como se roban entre socios no quiero pensar cómo trataran a sus Pacientes Clientes.
Lo mismo que hacían en CAPIO Sanidad y demás empresas del ramo. Al fin y al cabo, la sanidad privada-concertada en España se resume en saquear el máximo posible de dinero público y sacarlo del país tributando lo mínimo posible.
Sólo que en este caso se ve claramente cómo el ánimo de lucro ante todo y la falta de ética y moralidad destroza a los más pequeños, aunque estos sean sus propios compañeros: hacen está maniobra comprándose su propio laboratorio a precio de oro, descapitalizan así la empresa expulsando a las pequeños accionistas, y con el dinero de la compra se harán con una tajada todavía mayor de la empresa a precio de ganga. Y el gobierno, en lugar de intervenir y aprovechando la coyuntura quedarse con su red hospitalaria a precio de risa, se quedará mirando como las vacas al tren, como cuando Quirón vendió a Fresenius 43 centros hospitalarios por 5.600 millones de euros, que luego nos sacan eso y más en forma de gasto público sanitario en unos pocos años.
Vista la catadura moral, qué no harán con sus pacientes clientes.