16 abr 2019

La tertulitis consigue que la opinión de unos pocos parezca mayoritaria


Están en la radio, casi a cualquier hora, como una lluvia fina que nadie teme pero que termina calando hasta los huesos. Están en la televisión a todas horas en permanente servicio de guardia. Son las tertulias, el viejo y noble arte de reunirse alrededor de una mesa con el propósito de intercambiar ideas, opiniones, a veces dogmas. Veo que Cristina Cifuentes se ha incorporado como tertuliana VIP al matinal de Ana Rosa. Veo que los comentaristas de Antonio García Ferreras departen animosos sobre un cartel falsificado que el programa ha atribuido a Tsunami Democràctic sin ninguna verificación. Veo que Javier Negre, inquilino permanente de los platós españoles, se ha comido una condena por haber publicado una entrevista que jamás fue concedida.


Algunos medios privados de comunicación, desde luego los más poderosos y lucrativos, han cultivado un ecosistema de opiniones a menudo uniformes y cortadas por el mismo patrón. De vez en cuando se tolera alguna voz discordante y minoritaria que enseguida es acallada por los demás tertulianos o por el propio presentador, llegado el caso. La disidencia se administra en pequeñas dosis igual que un médico inyecta una cantidad menor de un virus en una vacuna. Así se inmuniza al público. Así se transmite el mensaje de que el mal existe pero es intrascendente. Así se predica la ilusión equívoca de que todas las opiniones, incluso las más exóticas, son permitidas con tal de que no tengan consenso.

Todavía recuerdo —y paladeo— el paso de Willy Toledo por el tablero de Al Rojo Vivo en La Sexta. A nadie se le escapa que Toledo ha permanecido vetado durante una década después de haber sido un actor de cabecera del cine español. Sus opiniones políticas no agradan a los dueños del corral. García Ferreras, sin embargo, no tuvo inconveniente en invitarlo a su programa. Al fin y al cabo, no iba a ser más que una intervención esporádica. El objetivo del programa era presentarlo a la audiencia como un loco en un debate amañado donde no faltarían los estribillos habituales. Cuba. Venezuela. El tiro salió por la culata y las intervenciones de Willy Toledo se viralizaron en las redes. Supongo que no volverán a invitarlo.