Puesto que los gobernantes organizados en mafias institucionalizadas
(partidos) servilmente articulan sus políticas para favorecer a los
ricos, la acepción más precisa para el sistema de gobierno
representativo actual, es el de oligarquía plutocrática. Éste sistema
se caracteriza por que alrededor del poder estatal se forma un holding
empresarial o fáctico que, tras financiar partidos y medios de
comunicación, obliga a realizar un clientelismo político a través de
legislaciones favoritistas. No creo que haga falta recordar como la
banca de inversión (i.e, Goldman Sachs, Morgan, Rockefeller, Rothschild)
y otros conglomerados financieros han domado todos los parlamentos del
mundo a través de las primas de riesgo, forzado legislaciones de
socialización de las pérdidas de sus apuestas erróneas en derivados,
inmuebles, etc.
En este modelo social, la banca y las grandes empresas están en el
centro del sistema político, financian de forma irregular a los partidos
y compran los medios de comunicación para influir en la mente de las
personas, que luego a través de la elección refrendan en las elecciones a
los suplantadores de la voluntad popular. La elección aparece como el
mecanismo-farsa que legitima todo el tinglado de control social. Por
tanto, el primer problema que tenemos que afrontar para derrumbar este
modelo es el mecanismo de legitimación. Lo que me interesa es destacar
que desde un punto de vista teórico, la elección tiene graves problemas
estructurales que la contraponen a la idea de democracia entendida como
el aquel sistema que garantiza la igualdad política real.