En las páginas de la prestigiosa revista médica British Medical Journal (BMJ) puede leerse un durísimo comentario personal cuyo título no deja lugar a dudas:
Los médicos no deberían tener permitido trabajar en la sanidad pública y en la privada al mismo tiempo.
“No importa lo alto que pusiera mis propios estándares morales y éticos. Al final, no podía escapar del hecho de que estaba envuelto en un negocio en el que la conducta de algunos era tan vendible que, a veces, rayaba lo criminal”.
En estos términos tan fuertes se expresa en el BMJ John Dean, un cardiólogo que trabaja en la sanidad pública y que, antes, también lo hacía en la privada. No obstante, acabó dejando esta última, según él, por convicción moral. “Ahora me he convertido en un apóstata”, bromea.
Además de criticar, en general, a la sanidad privada, con afirmaciones como que “el negocio de la medicina y la práctica de la medicina son contradictorios” y que la “medicina privada alienta a los médicos a tomar decisiones basadas en el beneficio en lugar de en la necesidad”, Dean sostiene que la medicina privada tiene “efectos adversos” en el Sistema Nacional de Salud.
Uno de sus primeros argumentos es que, en la pública, tus compañeros de trabajo son eso, compañeros en los que te apoyas y a los que consultas las decisiones que tomas. Sin embargo, en el sector privado, “tus compañeros son tus competidores“, afirma.
“Cuanto mayores son las listas de espera en la sanidad pública, más trabajo para la sanidad privada. Esto es un incentivo para que aumenten las listas de espera en el sistema público. No estoy diciendo que todos los médicos hagan esto, sólo digo que existe este incentivo”, prosigue Dean en su crítica al sistema privado.
Otro de los puntos importantes que menciona el artículo es lo relativo a las pruebas diagnósticas: el autor sostiene que en los hospitales privados se realizan pruebas inncesarias a los pacientes, pruebas que en la sanidad pública no se harían porque no tienen justificación médica. Y todo, mantiene, por maximizar las ganancias. “Es difícil jusitificar que tienes dos formas de trabajo distintas: una para la medicina privada y otra para la pública”, dice Dean.