Ante el imparable descenso del consumo de carne en España, la industria decidió financiar a fundaciones médicas y asociaciones sanitarias para difundir "estudios", a veces inexistentes, que ensalzaban sus supuestos beneficios.
En esa estrategia para reflotar la imagen de la carne se enmarca la reciente publicación en varios medios de un artículo del negacionista Frank M. Mitloehner, cuyas tesis han sido desbaratadas por muchas investigaciones posteriores a su estudio.
La industria cárnica se repliega, ante el cuestionamiento de sus métodos, sus fines y sus productos, con unos procederes nada éticos. Los conflictos de intereses son el único formato que encuentran para reflotar las ventas de sus productos de una forma creíble, sin recurrir a alternativas como la publicidad, en las que no podrían vestir sus productos atribuyéndoles propiedades que no poseen.