13 dic 2018

Cuando las cosas se hacen mal a propósito

En su libro, "El desgobierno de lo público" el profesor Alejandro Nieto describe el proceso de degradación de la vida política que ha sufrido España en los últimos años.

La tesis del profesor Nieto es que el mal gobierno es intencional es decir que no se trata de que las cosas salgan mal por mala suerte o circunstancias adversas (al menos, no sólo por eso), sino que el mal funcionamiento de las instituciones es una consecuencia buscada por ciertos colectivos a los que conviene ese mal funcionamiento.

No es un mal gobierno, sino un desgobierno.

Para determinar la autoría y los motivos (o "móviles") desconocidos de un acto o unas circunstancias conviene preguntarse por qué y quién se habría beneficiado de sus consecuencias. 

Es decir, aplicar el principio de "a quién beneficia" (en latín "cui bono" o "cui prodest") este estado de cosas. Es el viejo:

"Piensa mal y acertarás" 

Si la justicia funciona mal, si el tribunal de cuentas no dispone de medios suficientes, si la ley es blanda con la corrupción y permite indultar con facilidad y con criterios arbitrarios, se facilita mucho la instalación de un modo de funcionamiento parásito, depravado, consistente en desviar recursos del Estado para fines particulares y donde florecen el cohecho y la prevaricación.

Sin mecanismos de control, el poder se vuelve absoluto. 

Los principales culpables serían, en el caso que nos ocupa, los partidos políticos en primer lugar, y ciertas oligarquías que les apoyan y les financian. Volvemos así a la temática del post "cuando los malos se asocian".

Benito Pérez Galdós, gran escritor español del siglo XIX, dijo a propósito de la clase política española, ya hace más de 100 años, en una época en la que los partidos liberal y conservador se turnaban en el ejercicio del poder de una España decimonónica:

"Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos... " 

Uno de los grandes problemas de los partidos políticos es la forma en que eligen a sus cuadros dirigentes, basado en la cooptación, que es el sistema por el cual una organización de personas nombra internamente a sus propios miembros y dirigentes. A veces la cooptación se da dentro de la misma cúpula y es el único medio para acceder a ella!

Esto está muy bien si hablamos de instituciones privadas.

Pero no parece tan bueno si hablamos de intituciones que pretenden representar a los ciudadanos.

¿No tienen ellos nada que decir al respecto?

Y en España se agrava por:

- El sistema electoral de listas cerradas y bloqueadas: la cúpula del partido elabora unas listas en las que decide quién se presenta y quién no y en qué orden y los votantes no pueden discriminar entre un candidato u otro.

- y la disciplina de voto: los representantes electos por un partido son obligados, bajo sanciones económicas y penas como su eliminación de las listas, a votar siguiendo las directrices dadas por la cúpula.

Así, los representantes electos, pasan de representar a los votantes a ser meras marionetas de la cúpula.

Y es fácil imaginar el tráfico de favores y la compra de lugares preferentes en las listas que tiene lugar detrás de bambalinas.

Hablando de bambalinas, ya dijimos que el mundo es un gran escenario y muchas cosas no son lo que parecen!