Para explicar este conflicto, “profundamente desigual y prolongado”, señala Fuhem, hay que recurrir a conceptos como la justicia ambiental, la deuda y la huella ecológica o los comunes globales. Estas nociones brillan por su ausencia en el espacio público y en los debates políticos.
“Hay quien ni siquiera ve el cambio climático como una amenaza real a su negocio, sino, más bien, nuevas oportunidades para seguir cosechando beneficios”, señala Santiago Álvarez, director de Fuhem Ecosocial en la Introducción del nuevo número de la revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, titulada “Percepciones sobre el cambio climático”.
A pesar de que para mantener el calentamiento global por debajo de los 2º C, tal y como fijó el Acuerdo de París en 2015, habría que renunciar a quemar el 80% de las reservas conocidas de carbón, el 50% de las de petróleo y el 30% de las de gas, el cambio climático continúa sin ser una prioridad para la sociedad española, que si bien muestra un amplio apoyo a las iniciativas orientadas al ahorro, la eficiencia y la adaptación, hasta un 47% considera que “deberíamos ocuparnos de problemas más importantes”.
“No hemos sido capaces de entender la urgencia del problema; por este motivo no lo valoramos como prioritario”, señalan los educadores ambientales Francisco Heras y Pablo A. Meira, entre algunas de las explicaciones a su falta de relevancia.
Bajo el título “Terminar la ESO sin conocer el cambio climático”, María González Reyes, profesora de secundaria en Fuhem, lamenta que predomine una escuela construida de espaldas a la sostenibilidad: “La escuela aparta las propuestas educativas que están más cerca de la tierra, de la comunidad y del mantenimiento de la vida”.
La propia estructura de la escuela concebida con muros altos, puertas cerradas con llave y segregación por edades e incluso en muchas ocasiones, por clases sociales, conduce a una educación encaminada a la insostenibilidad.
“Se puede obtener el título de la ESO sin haber hablado nunca de los humanos como seres ecodependientes e interdependientes, sobre las vidas del otro lado de las fronteras, las muertes que se esconden bajo los escombros de las maquiladoras, sin conocer las luchas de comunidades que logran detener la construcción de una mina en su territorio o la privatización del agua”, señala la autora.
En este sentido, ni los contenidos curriculares ni las metodologías son neutros. María González Reyes propone herramientas de cambio.