Las sociedades que se basan en el miedo no pueden funcionar. Cuando la
población vive asustada, por el temor a que pasen a buscarlo por su casa
o por el temor de quedarse mañana sin trabajo, deja de pensar con
claridad y desaparecen los lazos que unen a los vecinos.
Mientras tanto,
el poder, que desata ese miedo, se erosiona también aunque no lo crea,
porque a medida que el terror aumenta se vuelve cada día más difícil
conocer la realidad, porque todo el mundo le dice al poder sólo lo que quiere oír.