21 sept 2020

¿Ha llegado el nuevo capitalismo demasiado lejos? Incluso el Financial Times cree que sí

Tanto la carta del editor como la columna del editor jefe del Financial Times son devastadoras. En esta última, Por qué el capitalismo amañado está dañando a la democracia liberal (versión en inglés y gratuita aún disponible aquí) Martin Wolf suelta un análisis económico que encajaría perfectamente con los prefectos de un Thomas Piketty, un Noam Chomsky o un Yanis Varoufakis.


El capitalismo es tan feroz como pensabas. La crónica de Wolf dice así: sí, hoy en día los ricos son mucho más ricos y los pobres y la clase media más pobres. Sí, las evidencias muestran que desde los 80 el incremento de la productividad por empleado no ha ido parejo a un crecimiento de las economías domésticas. No, los estudios demuestran que la culpa no es de la globalización y deslocalización de empresas, y tampoco de los inmigrantes que vienen a buscar trabajo, aunque las élites económicas han fomentado la creación de líderes políticos populistas que defienden estas premisas. 

El verdadero problema es que los ricos son ya élites rentistas extractivas que no ayudan a la recirculación del capital y absorben más valor del que generan. Hay demasiados agujeros legales para desviar fondos, demasiados lobbys que les ayudan y una tendencia al oligopolio y monopolio sin necesarios correctores. La mayoría de economías desarrolladas hoy son más parecidas al modelo de clases económicas latinoamericanas que tan terribles nos parecían antes. Para proteger el verdadero capitalismo, un sistema en el que siguen creyendo, hacen falta profundos cambios sistémicos.

“El especial climático”: The Economist, el otro sacrosanto diario económico liberal, tampoco da tregua a las clases altas. Su último ejemplar está dedicado a la crisis climática. Sus temas y enfoques son relevantes porque siguen la misma estela de los diarios izquierdistas o socialdemócratas, que tradicionalmente apoyan una mayor regulación de sectores privados y estratégicos para paliar los efectos adversos de su actividad en el medio ambiente, aunque eso pueda ir en contra de los beneficios empresariales.

Recordaba Ricardo Rudda unas interesantes palabras de Piketty: 
Desde los años setenta y ochenta, el voto de “izquierdas” se ha ido asociando gradualmente a los votantes con educación superior, lo que ha dado lugar a lo que denomino un sistema de partidos “de élites múltiples” en las décadas de 2000 y 2010: las élites con educación superior votan a la “izquierda”, mientras que las élites con altos ingresos/alta riqueza todavía votan a la “derecha” (aunque cada vez menos). Así, la “izquierda” se ha convertido en la élite intelectual (izquierda brahmán), mientras que la “derecha” puede verse como el partido de las élites empresariales (la derecha comerciante). 

Bajo esa prisma, la élite del FT es culta (¿pero no rica?), y por eso entienden que la solución pasa por medidas de izquierda. Al otro lado, las élites ricas (¿pero incultas?) serían las que siguen apoyando el sistema actual.