19 dic 2018

La industria cárnica y los conflictos de intereses

Ante el imparable descenso del consumo de carne en España, la industria decidió financiar a fundaciones médicas y asociaciones sanitarias para difundir "estudios", a veces inexistentes, que ensalzaban sus supuestos beneficios.

En esa estrategia para reflotar la imagen de la carne se enmarca la reciente publicación en varios medios de un artículo del negacionista Frank M. Mitloehner, cuyas tesis han sido desbaratadas por muchas investigaciones posteriores a su estudio.

La industria cárnica se repliega, ante el cuestionamiento de sus métodos, sus fines y sus productos, con unos procederes nada éticos. Los conflictos de intereses son el único formato que encuentran para reflotar las ventas de sus productos de una forma creíble, sin recurrir a alternativas como la publicidad, en las que no podrían vestir sus productos atribuyéndoles propiedades que no poseen.

16 dic 2018

Por fin, un ensayo clínico compara el efecto de usar o no un paracaídas al saltar de un avión

En 2003 dos investigadores británicos se propusieron reunir todos los ensayos clínicos existentes en la literatura médica que comparasen el efecto de usar un paracaídas al saltar de un avión con el de no utilizarlo. Su propósito era llevar a cabo un metaestudio, es decir, un estudio de estudios, con el fin de llegar a una conclusión estadísticamente fiable sobre si este adminículo protegía más de los daños de la caída que su ausencia. Pero para su sorpresa, los investigadores no encontraron ni un solo estudio clínico que hubiera evaluado tal extremo.


Los resultados son claros: al cuantificar las muertes o los daños traumáticos sufridos por los voluntarios después de la caída, no se encontraron diferencias entre quienes portaban un paracaídas o quienes llevaban una mochila vacía.

Es decir, que los participantes saltaron desde aeronaves que estaban paradas en tierra. Por lo tanto, los autores reconocen que este hecho “puede haber influido en los resultados del ensayo”, y recomiendan “cautela en la extrapolación a saltos a gran altitud”. “Nuestros hallazgos pueden no ser generalizables al uso de paracaídas en aeronaves que viajan a mayor altura o velocidad”, concluyen.

“Cuando existen creencias en la comunidad sobre la eficacia de una intervención, los ensayos aleatorizados pueden reclutar selectivamente a individuos para los que se percibe una probabilidad baja de beneficio, reduciendo así la aplicabilidad de los resultados en la práctica clínica”, escriben los autores. Así, estas creencias pueden “exponer a los pacientes a riesgos innecesarios sin un claro beneficio”. “Las creencias basadas en la opinión experta y la plausibilidad biológica se han probado erróneas por posteriores evaluaciones aleatorizadas y rigurosas”, añaden.

Pero naturalmente, detrás de todo esto hay también una moraleja, que responde con astucia y elegancia al estudio previo de Smith y Pell. A primera vista, una interpretación simple podría extraer el resumen de que los ensayos clínicos no tienen la menor utilidad, que sus resultados son basura y que dicen lo que sus autores quieren que digan, como suelen defender los conspiranoicos y los detractores de la medicina basada en pruebas. Pero de eso se trata: todo esto es cierto… cuando los ensayos están mal diseñados,cuando su planteamiento responde a un sesgo destinado a demostrar lo que ya se ha decidido previamente.

13 dic 2018

Cuando las cosas se hacen mal a propósito

En su libro, "El desgobierno de lo público" el profesor Alejandro Nieto describe el proceso de degradación de la vida política que ha sufrido España en los últimos años.

La tesis del profesor Nieto es que el mal gobierno es intencional es decir que no se trata de que las cosas salgan mal por mala suerte o circunstancias adversas (al menos, no sólo por eso), sino que el mal funcionamiento de las instituciones es una consecuencia buscada por ciertos colectivos a los que conviene ese mal funcionamiento.

No es un mal gobierno, sino un desgobierno.

Para determinar la autoría y los motivos (o "móviles") desconocidos de un acto o unas circunstancias conviene preguntarse por qué y quién se habría beneficiado de sus consecuencias. 

Es decir, aplicar el principio de "a quién beneficia" (en latín "cui bono" o "cui prodest") este estado de cosas. Es el viejo:

"Piensa mal y acertarás" 

Si la justicia funciona mal, si el tribunal de cuentas no dispone de medios suficientes, si la ley es blanda con la corrupción y permite indultar con facilidad y con criterios arbitrarios, se facilita mucho la instalación de un modo de funcionamiento parásito, depravado, consistente en desviar recursos del Estado para fines particulares y donde florecen el cohecho y la prevaricación.

Sin mecanismos de control, el poder se vuelve absoluto.