El gran ascenso de Ciudadanos,
una operación para lanzar una opción reformista que restara votos a
Podemos cuando este creció más de lo que los aprendices de brujos
previeron.
Que UPyD fuera desplazada por un partido recién llegado a la política nacional es atribuible a las enormes meteduras de pata de Rosa Díez, por supuesto, pero también a una planeada campaña que pasó por cocinar ciertas encuestas de intención de voto para situar al partido magenta en tan bajos niveles de aceptación que ahuyentaban el voto útil. Y al de Albert Rivera en
unas cuotas de popularidad muy superiores a las reales. A partir de
ahí, el globo comenzó a elevarse por sí sólo.
Aun así, algunos
tuercebotas se excedieron en el inflado para las elecciones del 20 D,
llevando a los dirigentes de Ciudadanos a creerse las
exageradas proyecciones: alguno se veía ya ministro... aunque fuera de
Marina. Se disparó así su autoconfianza hasta un punto en que casi
revientan el globo. Aún están a tiempo, y puede que en camino, de pincharlo.
... Moraleja, sean escépticos, desconfíen de lo que digan los medios, especialmente la televisión, tomen cum grano salis esas encuestas electorales
con las que serán bombardeados en breve. Piensen que responden con
demasiada frecuencia a intereses poco confesables en una España donde la
regla más generalizada es... la trampa. Y donde la única ley que se
cumple a rajatabla es… la de Murphy.