Hace unos días, un amigo me invitó al colegio donde trabaja para que explicase a un grupo de chicos y chicas de 16 a 18 años cómo se hace un programa de televisión. La charla, sin embargo, no tardó en centrarse en un solo asunto. Ocurrió cuando dejé caer que los medios de comunicación raramente dicen "la verdad". Que, de hecho, lo único que podemos considerar "verdad" son los datos en que se basa una noticia; a partir de ahí todo es interpretación, ideología, sesgo y, en algunos casos, también mentira malintencionada.
Entonces ¿no tenemos que creer lo que se dice en televisión?, me preguntó uno de los chicos con los ojos como platos. ¿Se supone que ninguna cadena dice la verdad, ni siquiera esta, ni siquiera esta otra? Alguno de aquellos alumnos entrará en la universidad dentro de unos meses. Algunos pueden votar ya.
Tras la charla fui invitado a una comida con varios profesores. Allí me confirmaron lo que ya había quedado meridianamente claro en el aula: que (por decirlo suavemente) el pensamiento crítico es una de las competencias más descuidadas en la educación formal. Los chicos y chicas sencillamente creen lo que oyen en casa y en el colegio, no digamos ya lo que leen en redes sociales, sin cuestionar la veracidad de esos planteamientos. Bien, ¿por qué iba a ser de otro modo? Toda su formación se ha basado precisamente en creer, en aceptar sin poner en duda, en repetir las palabras de un libro de la forma más semejante posible.
- 1.1 Nº1: La habilidad de pensar empírica, no teórica
- 1.2 Nº2: La habilidad de pensar en múltiples, no únicas causas
- 1.3 Nº3: La habilidad de pensar en cantidades, no sólo en direcciones
- 1.4 Nº4: La habilidad de pensar como zorros, no como erizos
- 1.5 Nº5: La habilidad de entender nuestros propios prejuicios