“No es de recibo que un medio serio tenga secciones dedicadas a comentar las algaradas en las redes que a su vez comentan la propia actualidad mediática. Una espiral donde las ideas reaccionarias, especialmente audaces en su espíritu troll, hacen su agosto comunicativo.”
Parece como si toda una generación hubiera pasado de recitar listas de Pokemon a manejar con soltura el ideario ultra. Toda esta ola de pensamiento reaccionario en línea no se corresponde a una ideología ordenada, recogida en algunos textos teóricos, con algún tipo de sistema filosófico que la sustente o un partido concreto que la lleve al terreno de lo práctico. Es más bien un vertedero lleno de recortes del s.XX, del que se extrae lo más conveniente para paliar los terrores nocturnos del presente.
Mientras que la izquierda juega siempre de inicio fuera del sentido común dominante a los ultras tan sólo les hace falta exagerarlo. Así es mucho más sencillo que llegue a tu grupo de Whatsapp familiar un meme con una imagen falsa sobre una niña católica molida a palos por unos moros en Albacete -la niña había sufrido un accidente de bicicleta y era nórdica- que explicar en ese mismo grupo el papel de la OTAN en la desestabilización de los países de Oriente Medio.
Del mismo modo que ha sido la exagerada codicia de la globalización neoliberal la que ha dado el pie definitivo al resurgir de la extrema derecha, han sido los grandes medios los que en su carrera alocada por prescindir del periodismo en favor de modelos de negocio espectaculares y afines al poder han dejado la natural necesidad de información en manos de la cultura de internet, algo que no surgió para tan enorme labor.
Esa es la tragedia, que justo cuando más necesitábamos al mejor oficio del mundo ya nadie se lo toma en serio, y sólo se atiende a gatos que vuelan, a ranas ultras y a un fascismo gif que se repite en bucle arrogante e infinito.