Vale el tópico de la historia de una muerte anunciada: obra
complicadísima, oferta temeraria a la baja, aparición de complicaciones
técnicas y geológicas sin cuento, y enfrente una Autoridad del Canal muy
estricta, acostumbrada a trabajar durante mucho tiempo con los
norteamericanos en Panamá y, por tanto, nada bizcochable. De modo que
cuando los señoritos de Sacyr acudieron a plantear el correspondiente
“modificado”, como es práctica habitual en toda obra civil española que
se precie, los señores de la ACP respondieron con una peineta a lo Bárcenas.
“Lo de los modificados de obra es una de las lacras del sector de la
ingeniería civil española, que está muy mal acostumbrada y piensa que
esas prácticas son exportables”
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“Para Sacyr es la muerte, el fin del negocio. Problemas de este tipo no
son extraordinarios: el aeropuerto de Berlín, por ejemplo, ha triplicado
su coste y aún no se ha acabado. Pero estas cosas no se ventilan en
público, no se airean, porque el daño reputacional para la firma es
brutal y, por ende, para todo el sector de la obra pública y de la
ingeniería española”. (Ver más >)
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Wall Street Journal habla de "bochorno" para el gobierno y la marca España por el ultimátum de Sacyr
De Bárcenas a Panamá
«¿Se gastan correctamente los fondos de las políticas de cohesión de la UE destinados a las carreteras?». Así se titula un importante informe del Tribunal de Cuentas
europeo que se publicó con poca gloria este verano y que estos días
conviene repasar. El estudio compara el precio de 24 obras de nuevas
autovías en España, Polonia, Grecia y
Alemania: los países donde la UE ha invertido más dinero para mejorar
las carreteras. El resultado es escandaloso: cada kilómetro de autovía
española cuesta de media el doble -¡el doble!- que en Alemania. No es
por culpa de la mano de obra: el salario medio alemán es un 33%
superior al español. Tampoco es porque España sea un país más
montañoso; el estudio descuenta el precio de los túneles y viaductos.
¿La razón de este despilfarro? El informe subraya una clave importante.
«En España, la legislación contempla en 'circunstancias imprevistas'
las modificaciones y ampliaciones del contrato». Según el Tribunal de
Cuentas europeo, el imprevisto es aquí la norma y «ha podido
representar una ventaja económica para los contratistas». Todas las
obras españolas analizadas por la UE tuvieron varias ampliaciones del
presupuesto -tres de media-, lo que provocó un sobrecoste de entre el
20% y el 30%, que pagó el contribuyente.
Con todo, las carreteras españolas que analizó Europa
en este informe apenas se desviaron de precio si se comparan con otras
infraestructuras más famosas. El presupuesto inicial para el
soterramiento de la M-30 de Madrid fue de 1.700 millones de euros,
después pasó a 3.500 y acabó costando más de 6.000: casi cuatro veces
más. La terminal T-4 de Barajas pasó de 1.033 a 6.200 millones, cinco veces más. La ampliación del aeropuerto de El Prat duplicó su precio, de 1.471 millones a más de 3.000. El AVE entre Madrid y Barcelona costó un 31,4% más de lo previsto, 1.400 millones más. Y la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia pasó de 308 millones a 1.282, cuatro veces más.