Una ancianita cristiana sale cada día al porche de su casa y grita: ¡Alabado sea Dios!
Y cada mañana, su vecino, el ateo, le responde gritando: ¡Dios no existe!
La situación se repite durante semanas enteras
¡Alabado sea Dios! - grita la dama.
¡Dios no existe! - responde el vecino
Con el paso del tiempo, la señora empieza a tener dificultades económicas y casi no le llega el dinero para comer. Cuando sale al porche, le pide a Dios que le ayude con la compra y luego dice: ¡Alabado sea Dios!
A la mañana siguiente, en cuanto sale al porche, se encuentra con unas bolsas con la comida que le había pedido a Dios. Naturalmente grita: ¡Alabado sea Dios!
El ateo aparece y le dice: ¡Y un cuerno! Esta comida la he comprado yo- ¡Dios no existe!
La ancianita le mira y se sonríe. Grita: ¡Alabado sea Dios! No solo me has conseguido la comida Señor, sino que además has hecho que la pagara Satán. (Ver más >)