20 mar 2017

La religión como enfermedad mental

Debemos tener en cuenta que cuando hablamos sobre creencias ya estamos hablando de una percepción diferente de lo real, adentrándonos en el terreno de la fe, que en ciertos casos sirve para justificar acciones irracionales en una obediencia ciega a una autoridad divina. Sin embargo, aunque la religión es el campo propicio donde se cultivan conductas que podríamos relacionar con enfermedades mentales, dichas conductas no residen como tal en las instituciones religiosas, sino sobre todo, en la interpretación personal o colectiva de las doctrinas y en la vivencia de dichas prácticas incorporadas poco a poco como legítimas en la mente de cada creyente y que se expresan de forma consciente o inconsciente en comportamientos o acciones, casi siempre irracionales. 

La fe mueve al creyente a desprenderse de una racionalidad común, convirtiéndose en un arma de doble filo para la sociedad, al llevar a la persona de razón a la locura alternativamente, en unos casos más que en otros. En este escrito daremos una visión panorámica de la posible relación que existe entre religión (entendida como religiosidad) y la enfermedad mental.

Una enfermedad de la creencia hace posible que no podamos diferenciar entre la alucinación o la realidad, tanto en el creyente como en el esquizofrénico. 
También puede manifestarse en ese sentimiento que tenemos de incompletitud, esa necesidad de llenar un vacío en nosotros, el cual tratamos de colmar con conversaciones al interior de nuestra mente, a través de soliloquios o de oraciones. 
Sartre parece haber identificado en qué consiste la necesidad de tener una creencia religiosa, consiste precisamente en la necesidad que tiene el hombre de no sentirse libre, de no sentir la obligación de tener que elegir sin alguien que lo respalde, sin alguien que le diga lo que es bueno y lo que es malo.