7 feb 2020

No es solo el azúcar, cientos de industrias tratan de engañarnos: Por qué lo llaman ciencia cuando quieren decir marketing?

La industria azucarera pagó durante décadas a científicos y financió cientos de estudios para culpar a las grasas de las enfermedades cardíacas y exculpar al azúcar. Esta semana, se ha publicado un análisis de documentación de archivoque podría amargarle la existencia hasta al mismísimo Charlie y su fábrica de chocolate.


Pero no es, ni muchísimo menos, el único caso: la historia del estudio científico de la nutrición está llena de trampas, sobornos y medias verdades que han nutrido (o intentado nutrir) las recomendaciones de las autoridades de medio mundo comprometiendo su credibilidad hasta límites insospechados. Por el amor de Dios, si trataron de convencernos de que el mosto nos hacía mejores conductores, son capaces de cualquier cosa.
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En un mundo construido alrededor de la confianza, este tipo de prácticas amenazan con comprometer la salud de buena parte la sociedad. Cuando nodebilitan la credibilidad de las instituciones, promueven la desinformación y las pseudociencias entre la opinión pública.

Pero lo cierto es que la mayor parte de los científicos no participan de este tipo de prácticas. Y es que la industria ha tratado, insistentemente, de apropiarse del prestigio social de la ciencia y, por el camino, la han comprometido hasta llegar el punto en que, un consumidor medio, no sabe qué pensar. ¿Qué es bueno? ¿Qué es malo? ¿Cómo podemos estar seguros si hasta los expertos en los que confiamos nos engañan? ¿Qué podemos hacer?

No hay respuestas fáciles. Y en este mundo, menos aún. Pero la mejor estrategia a largo plazo es confiar en los consensos científicos. Porque, aunque vemos que pueden llegar a estar sesgados, son la mejor forma que disponemos para acercarnos, poco a poco, a la verdad.