En la tradición griega, Sócrates —el filósofo errante— prevenía a sus discípulos de buscar el consejo de sofistas, filósofos pagados para instruir a la nobleza, puesto que en su visión, el conocimiento solamente podía venir de una ardua experiencia de autoconocimiento (el famoso gnoti se autón, o “conócete a ti mismo”, inscrito en el oráculo de Delfos).
En la época del Buda Gautama, muchos maestros y hombres santos también vagaban de pueblo en pueblo ofreciendo sus enseñanzas y principios a quienes quisieran escucharlas. ¿Cómo diferenciar al maestro auténtico del charlatán? Según la tradición, Sidharta Gautama ofreció esta respuesta en uno de sus muchos viajes:
No creas en algo simplemente porque lo has oído. No creas en algo simplemente porque es dicho y muchos lo rumoran. No creas en algo simplemente porque se encuentra escrito en los libros religiosos. No creas en algo meramente por la autoridad de tus maestros y ancianos. No creas en tradiciones porque han pasado de mano en mano durante muchas generaciones. Sólo después de observar y analizar, cuando encuentres algo que es acorde a la razón y conducente al bien y benéfico para uno y para todos, entonces acéptalo y vive según eso.
Sócrates: “Una vida que no se cuestiona no merece ser vivida.”