Pocas cosas hay tan importantes en el desarrollo personal como la capacidad de discernimiento, de análisis, como el pensamiento crítico, en suma, que a través de la reflexión y el cuestionamiento nos permite avanzar en la construcción de nuestro conocimiento, evitando falacias, sorteando sofismas, afinando nuestros juicios sobre los hechos y las circunstancias que nos rodean. En un mundo en el que las informaciones fluyen a velocidad de vértigo, no tener capacidad de discernimiento es como ir "al garete" en una embarcación que se ha quedado sin medios de propulsión y gobierno.
Y es que la capacidad crítica está íntimamente relacionada con la prudencia, esa cualidad que nos lleva a "actuar en el acto", después de haber ponderado las circunstancias. El que no discierne está al albur de los vientos que soplen; el que no distingue es blanco fácil de la manipulación. El que se deja llevar por la pasión ahoga su propia razón.