Esto es un dato. En el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), que se supone que compendia lo que un ciudadano debe saber y que ha sido hecho, esto es importante, por el autoproclamado Gobierno progresista, la palabra “filosofía” no aparece. No es solo que no exista ninguna materia de filosofía obligatoria en toda la ESO, olvídense del catecismo laico denominado Educación en Valores Cívicos y Éticos, sino que ni siquiera la palabra “filosofía”, o su derivado “filósofo” o “filósofa”, tiene presencia alguna, cero, en dicho currículo. Sin embargo, otro dato: la palabra “emprendimiento” aparece 23 veces citada, y “emprendedor” o “emprendedora” 55. Parece, por tanto, que hay un interés en que algo se marque en la conciencia de las nuevas generaciones y en que algo desaparezca, tal vez con la ilusión de que sea para siempre.
La finalidad última del proceso educativo puede entenderse de dos maneras distintas. Se puede educar prioritariamente para que los alumnos sean personas cultas y capaces de crear una opinión sobre la realidad, para lo que necesitan precisamente el legado cultural como contenido a impartir en las aulas; o bien se puede educar con la prioridad de que los alumnos acaben siendo personas competentes en la producción y adaptadas al modelo social vigente: en el lenguaje cursi actual, “resilientes”.
Los colegios e institutos reconvertidos en agencias de viajes para intercambios y en centros de actividades de recreo, características otrora de los cruceros más horteras, son el mayor ejemplo de todo este proceso de destrucción de la enseñanza como transmisión del legado cultural. Y a su vez son el triunfo absoluto de todo un sistema de explotación cuya única finalidad es la conversión de la vida humana en una mercancía con beneficio capitalista. Bienvenidos a la nueva educación como idiotización general de las masas.