Más del 26% de los ciudadanos de nuestro país son pobres (lo dice Caritas); 630.000 hogares (más del doble que en 2007) carecen de ingresos; uno de cada diez trabajadores con empleo sobrevive con el salario mínimo o con menos; la mayor parte de las madres con bebés no pueden permitirse darles el pecho; los niños con problemas de desnutrición se cuentan por millares (sólo en la lujosa Barcelona, el Ayuntamiento reconocía que había 2.600 niños desnutridos). Son los datos de un país con una Casa Real que siempre ha vivido a todo tren y que, sin embargo, no ha podido evitar que se la asocie a la corrupción y al fraude fiscal; un país que quiere organizar unos juegos olímpicos; el país de los grandes eventos, de la Formula 1, de los futbolistas multimillonarios que defraudan a la hacienda pública, el país de Eurovegas, el país con mayor presión fiscal sobre los salarios (6 puntos sobre la media de la OCDE) y menos sobre las grandes fortunas; el país con niveles escandalosos de fraude fiscal entre las grandes fortunas (lo dicen los técnicos de Hacienda); el país en el que sus empresas de referencia facturan en el extranjero y tienen presencia en paraísos fiscales.
El país de Solchaga que decía que en España era fácil hacerse rico, de Jesús Gil, de Camps, de Fabra, de la Gürtel, de los ERES fraudulentos, de Esperanza Aguirre, de restaurantes caros y sobresueldos en A y en B; el país de los patriotas de pulsera rojigualda que no tienen más patria que su dinero. (Ver más >)